Docenas de carteles distribuidos por toda la ciudad, invitaban a la
presentación de un joven muy bien peinado de nombre Prince Royce. Curioso
yalgo avergonzado por mi ignorancia, me fui directo a YouTube. Allí, en
el primer pantallazo, apareció el video de "Darte Un Beso". Después de
echarle una primera mirada al número de veces que había sido reproducido,
me quité las gafas de lectura. Me fui directo al lavamanos. Lavé los dos
lentes, los sequé, y me volví a sentar frente al computador. Sí, la cifra
que creía haber visto en un principio, era real: ¡524 millones 198 mil
690!, una cifra alcanzada entre el 20 de agosto de 2013 y el 23 de abril
de 2015.
Para hacer un paralelo con, por ejemplo, una canción que me gustara, me
fui directo a averiguar cuántas veces había sido visto el video oficial
de Bohemian Rhapsody de Queen, subido en agosto de 2008: 135.541.664, más
otros tantas versiones que podrían sumar otras 50 millones de
visualizaciones... cifras que están bien alejadas de una sencilla canción
de bachata que pronto será olvidada.
Con un cierto dejo de ironía no exenta de verdad, una amiga me explicaba
que los fanáticos de Queen esperábamos que el video lo presentaran en
MTV, mientras que los nuevos públicos iban directo a Youtube.
Esa nueva dinámica que tiene la música de las generaciones actuales, en
la cuales todo está en la red, 24 horas, 365 días del año, empieza a
dejar obsoletas un montón de prácticas que han sido comunes en medios
como la radio. Ya, creo, no tiene piso ni sentido que una emisora se
maneje única y exclusivamente con 39 o 41 canciones nada más. Emisoras en
las que un tema puede sonar hasta 12 veces al día; emisoras que exprimen,
agotan y archivan canciones en tres meses.
No creo pues que exista un oyente pegado de cualquier estación radial
esperando que le pongan la canción que lo apasiona esta semana. El asunto
ya está resuelto con otros canales más interactivos. Creo sí en una radio
con un espíritu más abierto y aventurero. Creo en una radio que
experimente, que rete permanentemente al oyente. Creo en una radio que le
haga el quite a los augurios de su fin cercano.
Artículo publicado originalmente en El Colombiano