Exploraciones al interior del ego, la mente, la memoria y el corazón… Un viaje para encontrar los orígenes de la locura, la alienación y el narcisismo… Un viaje para entender y digerir una sociedad que, como la inglesa de mediados de los sesenta, ofrecía más preguntas que respuestas. Y desde 1967, cuando lanzan al mercado su placa debut, The Piper At The Gates of Dawn, los Pink Floyd entienden que es la música, sus álbumes conceptuales, sus exploraciones electrónicas, su alma blues, su corazón que pertenece al futuro, las herramientas y los caminos para encontrar las respuestas, su lugar en el mundo.
Desde una Facultad de Arquitectura, desde las lucubraciones de un desequilibrado mental llamado Syd Barrett, Pink Floyd comenzó a trazar un camino que lo llevaría por territorios desconocidos… por territorios de experimentación sobre la naturaleza del ruido, sobre los límites de los instrumentos tradicionales, sobre lo que se podía hacer con un montón de instrumentos electrónicos que crecían y mejoraban a una velocidad exponencial. El estudio de grabación se convirtió pues en una parte fundamental de la creación misma.
1973. Marzo 1. Sale al mercado The Dark Side of The Moon, un resumen de lo aprendido en siete álbumes previos. Una producción inmaculada a cargo de un joven llamado Alan Parsons quien había seguido de cerca la obra del cuarteto inglés. Sus palabras, no exentas de modestia:
Trabajar con Pink Floyd es el sueño de cualquier ingeniero de grabación. Asi que traté de tomar ventaja de esta situación. 'Dark Side of the Moon' se hizo en un momento crucial en mi carrera, en la que estaba muy motivado. Fue un trabajo muy importante para mi en el que quería estar seguro de que todo se hiciera de la manera correcta.
Más que un ingeniero contratado por horas, el papel de Parsons fue el de arquitecto del sonido de Pink Floyd. Además de capturar las tomas más inspiradas de la banda en estudio y realizar el celebrado sonido tridimensional del disco, Parsons fue también responsable de crear los efectos especiales del disco: latidos, pasos, relojes, aeroplanos y cajas registradoras. La paciencia y dedicación de un orfebre.
Para Dark Side of The Moon, Roger Waters escribió canciones que hablaban de lo mundano, de lo cotidiano… letras que no generaban asombro por su profundidad intelectual o que no tenían mensajes cifrados, ocultos. Sin embargo, esas letras, unidas a los paisajes sonoros atmosféricos, a esa lenta y pausada tensión de fondo… a los efectos de sonido cuidadosamente ubicados por Parsons en momentos claves, culminantes… todo confabuló en la resonancia emocional que tiene esta colección.
Sin embargo, el elemento más poderoso de Dark Side of The Moon… aquel que crea adeptos y adictos a lo largo de cuarenta años y contando, es la forma perfecta en que se articulan y construyen las texturas… esas múltiples pieles que contienen las canciones, una especie de delicado hojaldre que evoluciona y cambia desde ese bien tejido rock art neo-sicodélico, a la fusión con el jazz y el blues rock, hasta regresar triunfante a la sicodelia. Un álbum denso, que creó un universo propio, oscuro y cautivante.
Dark Side of the Moon es uno de los discos más vendidos de la historia de la música, con 56 millones de copias, al tiempo que creó una carátula que es ícono, referencia inevitable de la cultura pop. Pero más que una estadística o una imagen… más que hacer parte del Registro Nacional de Grabaciones de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos –lo que significa que será preservada como parte fundamental de la historia de la humanidad-, su valor y significado están basados en la ruptura que representó para su tiempo. El disco deja atrás los legados de los hippies: no más LSD, no más descontrol; bienvenido el trabajo y la disciplina de estudio… Deja atrás el sinfonismo rockero que terminó siendo un producto pretencioso y demasiado pesado para quienes reclamaban la emoción inicial del rock. Abre una nueva puerta por donde se van a colar esas atmósferas etéreas que tenía guardadas en el cerebro el inglés Brian Eno, el alemán Conny Plank…
Dark Side of the Moon instala a los Pink Floyd en el status de superestrellas, con sus respectivos peligros: casas más grandes, autos más veloces, una atención desmedida a cada uno de sus movimientos y la responsabilidad de crear una obra más perfecta… una obra que, de nuevo, estableciera parámetros… que refundara el rock.
Woodstock ya era un recuerdo borroso, lleno de barro y excesos. Dark Side of The Moon inaugura el futuro…